“De la mano a la electrónica”, en el Centro de Nájera

Feb 27, 2018 | Noticias

El Centro Fundación Caja Rioja-Bankia Nájera acoge desde hoy, lunes 26 de febrero, “De la mano a la electrónica. Máquinas de calcular”, una muestra de producción propia realizada por la Fundación Caja Rioja y Bankia, que cuenta con el comisariado del profesor de Matemáticas Carlos Usón. Podrá visitarse hasta el día 24 de marzo, de lunes a sábado, de 18:30 a 21:30 horas.

Desde las piedras (“cálculos”), las manos, las muescas o los nudos hasta nuestras actuales calculadoras electrónicas, que nos permiten transportar toda la aritmética en el bolsillo, la humanidad ha recorrido un dilatado camino en su afán por superar sus propias limitaciones. Un largo proceso de creación colectiva, con aportaciones anónimas o personalizadas, marcado por una cierta tolerancia técnica puesto que los nuevos inventos no desplazaban a los anteriores. El ábaco, por ejemplo, se ha seguido empleando hasta nuestros días no sólo en China, Japón, la URSS o Polonia, sino incluso en España. La “Máquina de calcular “Exacta” no pasa de ser un ábaco de bolsillo en el que la acumulación de bolitas o cuentas ha sido sustituida por el desplazamiento de las muescas hechas en una barra metálica.

Calculadoras mecánicas, sumadoras, eléctricas o manuales, convivieron en el siglo XX con la regla de cálculo, las tablas de logaritmos y mecanismos y procedimientos mucho más arcaicos y rudimentarios. Reconstruir el hilo conductor de esta aventura es algo más que un capricho de historiador. Permite, por ejemplo, contextualizar la oposición casi generalizada del sistema educativo a asumir que los nuevos algoritmos de cálculo, más automatizados y sintéticos, han desplazado a los de lápiz y papel como un ejemplo más de la resistencia al cambio que ha acompañado la modernización del cálculo en muchos momentos de la Historia.

La exposición rinde homenaje al esfuerzo de personas como Antonio Pérez Prados o José Antonio Pastor Collado, y a instituciones como la delegación del Ministerio de Fomento de Huesca que, más allá del inherente romanticismo que su conservación conlleva, han sabido entender la importancia de estas máquinas como profundas huellas de la historia de la técnica y las han recuperado de sus particulares cementerios de polvo, grasa y olvido en los que dormitaban.

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